Esta mañana he vuelto a mi zona de
confort. He ido a la compra, he puesto la lavadora, he recogido la
casa, ...he vuelto a la trinchera. Y mientras hago todo esto,
reflexiono a cerca de lo que ha supuesto para mi el haber participado
en
AIR ARRAY, el encuentro de tres días organizado por
ArtMotile y
Matadero de Madrid sobre movilidad y residencias para
artistas.
Tres jornadas a full para
aprender, descubrir, trabajar, conocer, y como no, para aportar. Sin
embargo y contrariamente a las expectativas que me había creado, he
vuelto con más dudas de las que fui.
Aquí en mi espacio, en el hábitat de
la cotidianidad en la que me siento cómodo para discernir, buceo en
un agua turbia, espesada por la cantidad de información que a penas
voy digiriendo.
AIR ARRAY ha sido una iniciativa
fetén que ha conectado a gestores de residencias, gestores de arte,
artistas y comunicadores (a nivel nacional e internacional) , para
hablar de un tema que hasta este encuentro no pilotaba bien.
Me ha permitido visualizar los
diferentes puntos de vista y enfoques que existen sobre el tema,
analizarlos y comprenderlos, a la par que conectar con gente harto
interesante. Cojonudo, la verdad.
Uno de los puntos fuertes fue cuando
abordamos el siempre chungo tema de la financiación, uno de los
cocos a los que nos enfrentamos los que intentamos vivir dignamente
del mundo de la creatividad: ¿cómo leches se financia una
residencia? ¿y un artista para acceder una residencia?
Al final volvemos a toparnos con el
problema de la escasa financiación de la cultura en este país. ¿Hay
dinero para financiar la cultura?,¿hay interés en hacerlo?,¿a
quién van dirigidas las becas?,¿es fácil acceder a ellas?,¿es un
sistema elitista? La misma mierda en diferentes enfoques.
Aunque no es algo nuevo, sí es cada
vez más acuciante. Es curioso, sin embargo, como, a pesar de
arrastrar este mal endémico durante años, desde el tejido cultural
y social de las artes plásticas no hayamos encontrado las soluciones
pertinentes para atajarlo y se sigamos recurriendo a viejas fórmulas
del mercado o de ayudas (públicas o privadas) para la
financiación.
A nuevos tiempos, nuevas soluciones. No
sé donde puede estar la respuesta, lo que tengo claro es que seguir
intentando caminar por una senda que tiene los días contados quizás
no sea la mejor de las soluciones, entre otras cosas porque corremos
el riesgo de quedarnos varados cuando el agua desaparezca, como poco
a poco está haciendo.
En fin amiguetes, habrá que ir
pensando en ello. Ahora si me lo permitís, cojo aire y me sumerjo de
nuevo en mi trinchera, tengo un menú que preparar y un cuerpo que
alimentar.
Besos, abrazos y nos vemos en los
bares.