Estamos ante una de las obras más representativas del
barroco italiano. Su autor, Caravaggio, el tema , la crucifixión de San Pedro,
la época, principios del S. XVII
La importancia de éste máquina reside en que, ni corto ni
perezoso, ni largo ni espabilado, dijo un “hasta aquí hemos llegado” y mandó a
tomar fanta a la tradición Renacentista
de equilibrio, belleza y composición.
Supuesto homosexual, amigo de la fiesta, la juerga y del vino (qué grande!) no se dejó intimidar
por los siempre puristas-tocapelotas de su época y utilizó un lenguaje plástico
único y personal, revolucionando el mundo del arte de entonces.
¿Y qué hizo? Pues contextualizar la pintura Renacentista a
su época y lugar (al S. XVII) con la idea de acercar más el arte a las clases
populares.
Es decir, dijo algo así como “a la mierda con idealizarlo
todo, la gente también es fea” y comenzó a crear, imaginando las escenas
religiosas (típicas del Renacimiento) en los ambientes y espacios sórdidos y oscuros por donde él se movía
(tascas, antros malolientes, etc) , argumentando que si Jesús hubiese nacido en
su época también se movería por esos lares.
Imaginaos la que lió el Caravaggio , todo un artista
conceptual de la época
Como todo lo bueno, su obra pervivió a los tiempos y su
influencia llegó hasta Velázquez, Rubens o Rembrandt.
Y hoy me permito el lujazo de usar una de sus obras para
hablar de #ISPAIN , porque ésta si es una herencia recibida del copón, sin
condiciones ni rescates que justifiquen ningún tipo de recorte.
Toma nota Mariano
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