El arte es un trabajo, un
oficio, un medio de vida como otro cualquiera a través del cual, los que nos
dedicamos a ello intentamos ganarnos las habichuelas.
Lo único que nos diferencia
de los demás currantes es que nosotros tenemos
que vivir de nuestra creatividad. Un tema muy jodido, señoras y señores.
Tenemos que crear y
enfrentarnos, por un lado, al criterio y
a la valoración de un público, por lo general muy crítico y hostil a todo lo
que significa innovar y por el otro a una especie de establishment comisarial
que rige y decide según unas determinadas modas impuestas por la última
pasarela de la mediocridad del mercado.
¿Y qué es un artista?
Es curioso como no existe un
matiz gris a la hora de valorarnos y pasamos a ser considerados a partes
iguales como “genios” o como “caraduras”
Pues ni lo uno ni lo otro,
señoras y señores. Van a flipar ustedes pero los que nos dedicamos a esta
difícil labor, también tenemos hipotecas en el banco, también comemos, reímos, lloramos,
meamos y cagamos. Lo siento, pero es
así.
Es muy triste pero los
principales responsables de esta situación somos los mismos artistas.
Con bastante frecuencia he topado con colegas del ramo que se refugian (por ignorancia o desidia) en
la visión decimonónica del arte, alimentando de paso su peculiar ego del que todo
lo sabe y nada le queda por aprender. Error, sin crecimiento solo queda la
mediocridad.
El arte es una disciplina que
se estudia, se investiga y se aprende. Y los que hemos tenido la suerte de
conocerlo debemos seguir con su labor de difusión, de apertura y de evolución.
¡Basta! No hay que dejar de
aprender, de evolucionar, sigamos creciendo para seguir haciendo crecer el arte
y dignifiquémoslo coño! es nuestro deber
como artistas
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