¿Os habéis fijado alguna vez, durante un concierto de rock,
en el bajista del grupo?
Ahí están como unos campeones, rectos como estacas,
sujetando el instrumento cuyo mástil sobresale de su cuerpo, un brazo
flexionado hacia las cuerdas , una mano que las pinza y otro brazo se eleva y se desliza por la madera, bajo
el clavijero .
Quizás y comparándolos con los guitarristas o los baterías,
su pose, su movimiento y evolución en el escenario, es menos espectacular que
el resto. Es decir, están ahí, todo concentrados, disfrutando del momento…pero sus
manifestaciones físicas no son tan marcadas como la de sus compañeros. Suelen
ser más sobrios, mas recogidos…y menos tenidos en cuenta, menos mediáticos.
Y es curiosos porque tras esta sobriedad aparente (salvo
excepciones como la del gran Michael Peter Flea Balzary, el ecléctico y frenético bajista de los Red Hot Chili Peppers ) se
esconde uno de los trabajos más chungos con la que se puede enfrentar un músico:
el de dar el soporte a los temas, el ritmo y la base, el agua donde flotan los acordes
del resto y, en muchas ocasiones, el comienzo y el final de la composición.
Y así me siento yo como currito de mi gremio: un bajista del
arte del que solo se sabe lo que se ve en una portada digital de cualquier revista,
blog o evento.
Rasca más allá de un twitter, de un facebook o de una nota
de prensa de un artista y te encontrarás a una persona que trabaja día y noche
para conseguir sacar adelante su trabajo.
Quizás no gocemos de la visibilidad mediática de un Bisbal, un Messi o un Vaquerizo, pero de que curramos….curramos.
En pleno trabajo en la Galería el Arte de lo Imposible |
Efectivamente amiguetes, el arte es una profesión dura en la
que hay que hincar el callo como el que más.
Lo he vivido esta semana en la flipante experiencia gijonesa,
tras la inauguración del último proyecto
y en plena Noche Blanca de la ciudad. Detrás de las fotos, el cava, el glamour y las
risas solo hay trabajo.
No se trata de genialidad, se trata de currárselo, se trata de
ser como Flea Balzary y darlo todo en
el escenario, en el día a día, de sudar y acabar la jornada con una sonrisa en
la boca y con los ecos del aplauso del concierto cotidiano que supone mostrarnos
y mostrar nuestro trabajo, ideas, reflexiones , proyectos, etc, ante todos
vosotros .
Cartel de La Noche Blanca de Gijón 2013 |
Gracias por estar ahí.
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