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Leo en un periódico de tirada nacional que la empresa que gestiona el uso de la plaza de toros de Las Ventas (Madrid) convoca un concurso de Bellas Artes para obras pictóricas y escultóricas de temática taurina. La obra deberán tener relación (cito textualmente) "con el valor artístico y cultural de la tauromaquia y con Madrid como capital mundial del toreo". Ole.

¿El premio? 6000 pavetes que se adjudicarán al artistas que falle un jurado compuesto bajo el exigente criterio plástico y rigor cultural que se les supone a los preparadísimos miembros de la empresa y del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. Si esto no es calidad que baje dios y lo vea.

Así es amiguetes, el toreo va abriéndose paso como una expresión artística más, y ya podemos decir que está a la altura de las otras disciplinas creativas como el cine, la fotografía o la escultura, por ejemplo.

Lo demuestra la merecidísima Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (máximo galardón que concede el Ministerio de Cultura de España a "trayectorias destacadas en el campo de la creación artística y cultural o notorios servicios en el fomento, desarrollo o difusión del arte y la cultura o en la conservación del patrimonio artístico") concedida este año al torero "El Juli", todo un  fenómeno del campo de la creatividad, sensibilidad y reinvención cultural. Así lo reflejan sus 18 años matando toros, sus 15000 corridas estoqueadas y sus 138 novilladas. 

 "El Juli", premio de las Bellas Artes en pleno proceso creativo

También el fichaje de otro creativo del ruedo, Fran Rivera, como tertuliano de un famoso programa de televisión matinal de A3. Efectivamente, es bien sabido por todo el mundo que alguien que lleva toda su vida matando de forma imaginativa y dinámica a un animal, es imprescindible para el enriquecimiento argumental de este programa. Ni que decir tiene que el efecto cultural que acaba de adquirir la parrilla de la mañana se ha hecho notar de forma inmediata.

El flamante torero-tertuliano Fran Rivera culturizando los medios

Pero yo, que soy un ignorante sobradamente reconocido en estas lides, todavía no he logrado discernir que tipo de discurso, pensamiento crítico, valor social, aprendizaje ético o conclusión moral  he de extraer de tanto estoque y tanta sangre. No sé. La verdad es que me planteo cosas del tipo ¿es quizás el traje de luces que aprisiona explícitamente los testículos del creativo del capote (el torero), una crítica hacia la situación energética actual? o ¿a qué hace referencia la redondez de la plaza de toros?¿al mundo, a la vida, a un ano? Pero no llego a ninguna conclusión clara.

¿El traje de luces es sinónimo de la opresión de las energéticas?

 Tampoco entiendo es que los criterios estéticos del resto de las ramas de arte no funcionan en el toreo, cosa extraña, oiga. ¿Ejemplo? revertir el proceso creativo y hacer un cambio de parámetros en los que se empodere al toro en vez de al torero. El intercambio de orejas no está ni aceptado, ni bien visto.

¿Es incorrecto empoderar al toro?

Debe ser que estoy acostumbrado a procesos obsoletos de cultura y que este nuevo campo creativo discurre por otros parámetros. Quizás menos complicados y por ello más honestos, auténticos, sencillos, puros al fin y al cabo, lejos de la contaminación del intelecto que no lleva si no al planteamiento de todo y al poco disfrute de nada. Quizás el futuro esté ahí amiguetes, en una cultura en la que no haya que pensar, en la que no haya que discurrir, tan solo dejarse llevar y acabar pintando carteles como en el concurso de Las ventas.

Porque ¿quién sabe? lo mismo si no nos toreasen, nos extinguríamos.