Detalle de retrado de A. Mekel, bolígrafo sobre papel higiénico, del proyecto IS PAIN
En la oscuridad, atrincherado entre la ropa de cama, escucho
un desagradable sonido que se cuela entre el nórdico y la almohada y me
resucita del sueño: es el reloj despertador que, a la hora programada se ha
activado conectando una emisora de radio musical y que escupe sin misericordia, los berridos con sabor a mantequilla rancia de
Estopa. Ha llegado un nuevo día.
A mi lado, un cuerpo calentito se me acurruca y me anima a levantarme susurrándome, “vamos campeón, es el día de tu expo!”
¡Coño, la expo!
Sí, la expo. Comúnmente, la gente tiende a pensar en las
exposiciones como eventos llenos de glamour,
donde una serie de personas hablan con una copa de vino en la mano, y un canapé
en la otra, sobre lo divino y lo humano y la deriva cultural de lo expuesto.
Todos guapos y todos ideales.
Pero ¿habéis organizado alguna vez una exposición de arte? ¡me
cago en el glamour!
Para mí es lo más estresante y lo que implica mayor trabajo,
concentración y oficio: trae, lleva,
coloca, en una refriega constante y una lucha contra el tiempo y contra el
desorden -“vaya, ¿dónde he dejado m kleenex
usado?”- , sube, baja, vuelve a
llevar, ¡joder, me he cortado!, mide, pega,
“disculpa, eso no es un cuadro, es mi kleenes
usado” y así durante varios días.
Y cuando por fin está todo, llega la inauguración. Y esto es
lo que peor manejo. De hecho no me
siento nada cómodo en ellas.
Animal tímido de nacimiento, pensé que en vez de utilizar mi
poco comercial nombre (Froilán) escudarme
tras el seudónimo de “le frère” me
ayudaría a pasar más desapercibido.
Absurdo intento. La irrupción de mis siempre queridos amiguetes
en las exposiciones y sus elegantes gritos de apoyo “ese Booorjaaaaa,
artistaaaaa, quéee pasaaa maricónnn!!” o
de mis entrañables familiares “éste es mi hijo, el artistaaaa, mira que cosicas
hace!!!” hacen más que vanas mis intenciones de pasar desapercibido .
Convertirme en el centro de atención lo llevo mal, lo
admito. Se me congela la sonrisa en la cara pongo cara de idiota y se me tensa
el tracto final de mi aparato digestivo. En definitiva, me estresa.
¿Y hoy? Pues como es habitual tocará disimular. Con varios
cortes en los dedos (maldito cúter del demonio!) y sosteniendo la cerveza como
el que más, si alguien se acerca a
saludarme con un entrañable “¿perdona, eres Braulio, el artista?” estaré
encantado de atenderle.
¿Y el glamour?, bien, en casa, como siempre.
Un saludo y feliz día
Hoy jueves 29 de Noviembre inaguración de IS PAIN, el papel de un Estado en MARTÍNEZ.
c/ Barco 4, Madrid
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