"Para protegerlos", me han contestado alguna vez , "¿de quién?" suelo preguntar, "pues ya sabes, para que no les pase nada", suele ser la respuesta más general.
Esta cultura de apartheid infantil me tiene fascinado y desconcertado a partes iguales. La imagen que ofrecen estos corrales de ganado (no se me ocurre otro término) con niños saltando y gritando en el reducido circuito de columpios y padres/familiares/amigos, ejerciendo de atentos pastores citadinos, me dejan el culo torcío, amiguetes.
Vallas infantiles, foto encontrada en google |
Pienso que las barreras físicas no sirven para "proteger" si no para "separar", para separar a los niños de la realidad que les rodea, sobreprotegiéndolos, acobardándolos, volviéndolos gilipollas, alimentando así el temor hacia lo desconocido, en vez de enriquecer el espíritu innato de exploración y descubrimiento que todos tenemos cuando somos niños.
Así fomentamos sus miedos y creamos sociedades retraídas, que temen lo "bueno por conocer" y acaban prefiriendo "lo malo conocido".
Nos educan protegiéndonos de "todo" para que no nos pase "nada". Pero al final es esa "nada" la que nos atropella, pasándonos por encima en forma de partido político corrupto, sentimientos homófobos o candidato republicano a la Casa Blanca, por poner algún ejemplo.
En esta semana pasada he estado jugando, como uno de estos niños gilipollas, en mi jaula de columpios particular. Haciendo caso omiso a las voces discordantes, me volví a saltar la valla. He estado trabajando en una de estas "nadas", uno de estos "malos conocidos", un personaje muy en boca ultimamente por sus peculiaridades y salidas de tono: Donald Trump.
Me lo imaginé en la intimidad, no hablando catalán pero sí vestido de torero (muy "americano") emulando a Manolete , mientras dice algo así como fuck!, en el lugar en el que creo que le corresponde: el baño.Y así lo representé.
Os dejo la evolución del trabajo y diferentes puntos de vista. Espero que os guste porque me dejé las cervicales (literalmente hablando) y feliz tarde.
Atreveos, saltad las vallas, es bueno equivocarse.